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A lo largo de la historia de la humanidad nos han fascinado dos eternas preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Cuál es el propósito de nuestras vidas? La forma en que respondemos a estas preguntas constituye la base de cómo nos vemos a nosotros mismos en el mundo y qué tipo de sociedad creamos. Charles Darwin fue un científico pionero que contribuyó a ampliar nuestra comprensión de la evolución. Su idea de que las especies se desarrollan a lo largo del tiempo mediante algún tipo de selección natural fue un paso importante para resolver el misterio de cómo llegamos a ser, pero no fue el final de la búsqueda. Su teoría rompió el atolladero de las anticuadas creencias religiosas sobre el creacionismo, pero no fue en absoluto una conclusión definitiva. La selección natural a través de mutaciones accidentales aleatorias era un punto de partida, y debería haberse desarrollado más a medida que las pruebas posteriores refutaban algunos de sus detalles. Sin embargo, más de 160 años después, y a pesar de sus evidentes defectos, sigue siendo aceptada por la corriente científica dominante y se enseña en nuestras escuelas. Y lo que es más importante, esta teoría errónea ha influido negativamente en los valores y actitudes de nuestra sociedad. Es hora de dar un nuevo enfoque a la evolución que ofrezca mejores respuestas a las eternas preguntas de dónde venimos y por qué estamos aquí.
La visión darwinista del mundo afirma que los seres humanos han evolucionado a través de un proceso evolutivo completamente aleatorio y accidental. Si una criatura afortunada experimentaba una mutación genética accidental que era un rasgo útil para la supervivencia, podía transmitir esta nueva característica a su descendencia. Con el tiempo, tras millones de generaciones, el nuevo rasgo se convertiría en parte de toda la humanidad. Se nos enseña a creer que este proceso de causalidad accidental ha sido el responsable de todos los cambios evolutivos. Pero la insistencia del darwinismo en que todos los cambios son aleatorios y accidentales no resiste las pruebas de la ciencia moderna.
La evolución cuántica es una visión alternativa que considera la evolución como un proceso adaptativo activo, en lugar de una serie de accidentes biológicos. La investigación científica ha demostrado que las especies evolucionan como reacción a los cambios de su entorno. Cuando algo amenaza su existencia, toda la especie busca nuevas combinaciones genéticas para superar la amenaza. A medida que se encuentran intencionadamente variaciones beneficiosas, se transmiten a las siguientes generaciones. Todos conocemos la rapidez con la que los virus y las bacterias pueden adaptarse a los cambios de su entorno, como las bacterias “superbacterias”, capaces de alterar rápidamente su ADN para frustrar cualquier nuevo antibiótico. Durante Covid se nos dijo que el virus creaba una “nueva variante” cada pocos meses. Estas bacterias y virus no tienen que esperar millones de años para desarrollar accidentalmente contramedidas contra el último fármaco: se adaptan rápidamente. Parece haber una desconexión entre lo que dice la ciencia sobre la adaptación celular y su devoción irracional al darwinismo. ¿Por qué es importante?
La teoría de Darwin dio origen al concepto conocido como “supervivencia del más apto”, porque los que carecían de las nuevas mutaciones estaban condenados a morir. La competición por mantenerse con vida se consideró el comportamiento natural de todas las especies, incluida la humana. Así que las respuestas darwinianas a las eternas preguntas están claras: ¿Quiénes somos? Somos el resultado accidental de billones de mutaciones aleatorias. ¿Cuál es el propósito de nuestras vidas? Sobrevivir. Este legado de Charles Darwin ha influido fuertemente en todos los aspectos de nuestra existencia, y es en gran medida responsable de las situaciones críticas a las que nos enfrentamos hoy en día. Ha creado una sociedad materialista completamente desequilibrada que se basa en el miedo, la codicia y la escasez. Económicamente luchamos unos contra otros en lugar de cooperar. Políticamente luchamos por el poder en lugar de trabajar por el bien común. Ecológicamente derrochamos nuestros recursos y destruimos nuestro hermoso planeta. Sociológicamente nos sentimos cada vez más solos porque hemos perdido nuestro sentido de unidad. Si seguimos en este callejón sin salida del darwinismo, nunca alcanzaremos nuestro pleno potencial humano.
Todo esto suena bastante sombrío y desesperanzador, pero afortunadamente la vanguardia del conocimiento científico moderno nos cuenta una historia diferente, que señala el camino hacia un futuro mucho más brillante. El principio darwiniano aceptado dice que nuestra motivación más profunda es competir entre nosotros para conseguir lo que necesitamos. Esta es la base de nuestra sociedad actual, pero cuando la ciencia ha mirado más de cerca ha descubierto que la verdad real es completamente lo contrario. En los últimos cincuenta años, más de 400 estudios científicos revisados por expertos han planteado una sencilla pregunta: “¿Ayuda la competición orientada a la supervivencia a que una especie prospere y crezca?”. La respuesta en todos los casos fue un rotundo ¡NO! Los resultados de todos estos estudios mostraban claramente que la competencia por los recursos siempre conduce al fracaso. La investigación sobre este tema es unánime en su conclusión de que la mejor manera de que una especie sobreviva y prospere es mediante la ayuda mutua y la cooperación, no la competencia. Parece que nuestra dependencia del darwinismo nos ha dado un sentido de identidad que nos aleja de nuestro verdadero ser.
Volvamos a las preguntas de siempre: ¿De dónde venimos? ¿Cuál es nuestro propósito? La Evolución Cuántica apoya un impulso evolutivo que nos da respuestas muy distintas de las que Darwin soñó hace 160 años. Se nos recuerda que nuestro instinto básico es afrontar los retos trabajando juntos, y que lo que afecta a una persona nos afecta a todos. Esta comprensión nos ayuda a darnos cuenta de que nuestra existencia no puede ser aleatoria o accidental. Al contrario, tiene un propósito. Ese propósito es continuar evolucionando nuestra conciencia para que la humanidad pueda desarrollar todo su potencial. Esta evolución ocurrirá, como toda evolución, a través del proceso de adaptación intencional. A medida que más y más de nosotros elijamos, evolucionaremos de forma natural hacia “el mundo más bello que nuestros corazones saben que es posible”.