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Todo el mundo quiere más felicidad en su vida, pero no siempre está claro qué hay que hacer para conseguirla. Sabemos cómo se siente la felicidad, pero reproducir esa sensación a diario puede ser difícil. Afortunadamente, hay investigaciones científicas que han estudiado las numerosas formas en que podemos hacer nuestra vida más feliz de forma consciente. Veamos cómo afinar la mente, el cuerpo y la actitud para promover la alegría.
Haz ejercicio con regularidad: Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio regular aumenta la felicidad, ya que ayuda a relajarse y mejora la forma en que uno se siente con su cuerpo. Además, el ejercicio libera endorfinas y otras “hormonas de la felicidad” en el torrente sanguíneo, que proporcionan una sensación de bienestar. El ejercicio es una forma tan poderosa de elevar nuestro estado de ánimo que incluso se ha reconocido como un tratamiento eficaz para la depresión clínica. En un estudio reciente de pacientes con depresión, los que hacían ejercicio regularmente tuvieron una tasa de mejora del 91%, mientras que los que fueron tratados con medicación sólo tuvieron un 62% de éxito.
Dormir bien: Dormir lo suficiente no sólo es vital para que el cuerpo descanse y se repare, sino que también es un factor importante para nuestra felicidad. Interesantes investigaciones neurológicas han descubierto que cuando no se duerme lo suficiente se debilita la zona del cerebro que recuerda las experiencias positivas. A la inversa, la pérdida de sueño afecta mucho menos a la parte del cerebro que almacena las experiencias negativas. Como resultado, tendemos a olvidar nuestros recuerdos agradables, pero seguimos siendo capaces de recordar nuestras experiencias negativas... no es una buena receta para la felicidad.
Pasar tiempo en la naturaleza: Se ha demostrado que dedicar tiempo a estar al aire libre en un entorno natural aumenta la felicidad. Muchos estudios han descubierto que pasar tan sólo 20 minutos al aire libre cuando hace buen tiempo favorece un estado de ánimo positivo y una mayor concentración mental. Las personas que viven en entornos naturales obtienen sistemáticamente puntuaciones más altas en las mediciones de la felicidad que los habitantes de las ciudades. Por eso, aunque vivas en una zona urbana, es importante que dediques tiempo a estar en contacto con la naturaleza.
Meditar con regularidad: Meditar tan sólo cinco minutos al día puede reducir el estrés, aumentar la claridad mental, fortalecer el sistema inmunitario y encaminarnos hacia la paz y la felicidad verdaderas. Durante más de 30 años, el profesor Herbert Benson, de la Universidad de Harvard, ha estudiado los efectos de la meditación en la mente y el cuerpo. Su trabajo ha demostrado que la meditación crea cambios positivos en la estructura del cerebro además de activar genes específicos que promueven la buena salud y la felicidad.
Evitar situaciones estresantes: Estar en situaciones que nos hacen sentir incómodos tiene un poderoso efecto sobre nuestra capacidad de sentirnos alegres. Esto parece bastante obvio, así que lo mejor que puedes hacer es simplemente alejarte de las personas y los lugares que te resulten estresantes. Proponte ser consciente de lo que te pone nervioso o te molesta (el tráfico, las multitudes, las noticias negativas, la gente maleducada, etc.) y haz un esfuerzo consciente por evitar esas cosas en la medida de lo posible.
La gratitud: La práctica de la gratitud centra tu atención en las cosas buenas que están sucediendo en tu vida ahora mismo, lo que evita que mires hacia el futuro en busca de tu felicidad. Prueba esta sencilla práctica diaria: nada más levantarte por la mañana, piensa en una cosa por la que estés agradecido y mantén ese pensamiento durante uno o dos minutos antes de levantarte de la cama. A medida que avance el día, sigue encontrando más y más cosas por las que estar agradecido: el sabor del café, el canto de un pájaro, el color del cielo, la sonrisa de un ser querido... La felicidad fluye de la gratitud.
El perdón: Si la gratitud es lo que impide que tu mente divague hacia el futuro para encontrar la felicidad, entonces el perdón es lo que te libera de las emociones del pasado que bloquean tu alegría. Todo el mundo ha tenido experiencias dolorosas en su vida que cree que han sido causadas por otras personas. Aferrarse a estos sentimientos negativos hace imposible alcanzar la verdadera felicidad. Como dijo una vez Nelson Mandela: “Sentir rencor es como beber veneno y esperar que le haga efecto a tu enemigo”. Estudios recientes han demostrado que cuando practicamos el perdón nos permite dejar ir el pasado, y esto nos libera para encontrar la felicidad en el momento presente.
Sé amable: Los investigadores de la Universidad de Pensilvania llevan muchos años estudiando la ciencia de la felicidad y han llegado a la siguiente conclusión: “Hemos descubierto que ayudar a los demás y ser amable produce los aumentos de bienestar más fiables de todo lo que hemos probado”. Esto ha sido confirmado por otros estudios que demuestran que cuando expresas energía amable, ésta vuelve a ti en forma de sentimientos felices. Una buena forma de conseguirlo es...
Sonreír: El simple acto de sonreír envía un mensaje a cada célula de tu cuerpo: ¡La vida es maravillosa! Cuando sonríes, el cerebro libera las “hormonas de la felicidad” en el torrente sanguíneo, que te hacen sentir muy bien. Además, tu sonrisa aportará alegría y luz a todas las personas con las que entres en contacto y, por si fuera poco, recuerda que todos parecemos mucho más atractivos cuando sonreímos.
¡La risa! La risa es el indicio más obvio para sentirse feliz, y ahora la ciencia está demostrando que es increíblemente beneficiosa para nuestra salud. Las investigaciones han demostrado que la risa reduce significativamente los efectos del cortisol, la hormona del estrés. Al mismo tiempo, estimula la liberación de dopamina y endorfinas que refuerzan nuestro sistema inmunitario y elevan nuestro estado de ánimo. En 1979 el profesor Norman Cousins escribió “Anatomía de una enfermedad”, donde describía su milagrosa recuperación de una enfermedad mortal viendo constantemente películas divertidas mientras tomaba grandes dosis de vitamina C. La ciencia convencional acepta ahora que la risa es una forma eficaz de impulsar la curación. El investigador Lee Berk lo explica así: “Es muy sencillo: cuanto menos estrés tenga una persona, más sana y feliz será. El humor reduce las hormonas destructoras del estrés, como el cortisol, y potencia las beneficiosas que nos hacen sentir bien”. Berk continuó diciendo que “la risa produce frecuencias de ondas cerebrales que son similares a las que se experimentan en un estado meditativo”. Ya hemos señalado que la meditación reduce el estrés y fomenta la felicidad, así que esto es una prueba más de que la risa ayuda a conseguir una alegría duradera. Así que, siempre que te sientas deprimido, o incluso un poco “desganado”, una de las mejores formas de animarte es poner un vídeo gracioso y reírte.