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Los romanos eran maestros de la organización, la ingeniería y la innovación. En todo su vasto imperio crearon carreteras, puentes, acueductos e innumerables avances técnicos en todos los ámbitos de la vida. Formar parte del Imperio Romano mejoró enormemente todos los aspectos de la infraestructura de Ibiza. El puente peatonal que cruza el río en dirección a Santa Eulalia conserva el diseño clásico del puente romano arqueado original que se construyó hace 2.000 años. Durante siglos, Ibiza siguió siendo una pequeña parte del vasto Imperio Romano, pero a medida que éste se desvanecía, también lo hacía la fortuna de nuestra isla. Durante unas décadas, Ibiza se las arregló sola, pero en 455 fue ocupada por los vándalos, una tribu germánica que había saqueado Roma. Su reinado llegó a su fin cuando el emperador Justiniano de Bizancio derrotó a los vándalos y se apoderó de Ibiza en 535. Nuestra isla pasó a formar parte de su nueva versión del Imperio Romano de Occidente, con sede en Constantinopla (actual Estambul).
A principios del siglo VII (hace 1.400 años), tribus bereberes procedentes del norte de África, que llegaron a ser conocidas como los moros, se trasladaron a la península Ibérica. Se expandieron rápidamente y su territorio hispánico, conocido como Al-Andalus, llegó a abarcar la mayor parte de lo que hoy es España. En el año 902, los árabes iniciaron la ocupación de Ibiza, que duró más de 300 años. Ibiza se benefició de los grandes avances de esta cultura en ciencia, medicina, arquitectura, tecnología y agricultura. Las obras hidráulicas de Es Broll, cerca de Santa Inés, son un excelente ejemplo de sus maravillosas dotes de ingeniería. Este sistema de acequias, embalses y molinos de agua sigue funcionando hoy en día.
Pero la época de los moriscos estaba destinada a llegar a su fin con la llegada al poder de un nuevo rey catalán, Jaime I (conocido como «El Conquistador»). Estaba decidido a recuperar todas las tierras moras, y el 8 de agosto de 1235, sus fuerzas invadieron Ibiza y obtuvieron rápidamente la victoria. Fue el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de la isla, ya que la conquista catalana implantó en Ibiza una cultura que ha perdurado hasta nuestros días. En 1516, los distintos reinos españoles se unieron en un sólo país con fronteras similares a las de la España actual. Ibiza era una pequeña parte ignorada de esta nueva nación.
Durante esta época, los piratas del norte de África atacaban continuamente la isla, y también existía el peligro de otros países que estaban en guerra con España. Como consecuencia, el gobierno español encargó a un renombrado diseñador militar la construcción de nuevas fortificaciones que protegieran Dalt Vila. La culminación de este trabajo es la imponente ciudadela que vemos hoy, lo más avanzado cuando se terminó en 1585. Esta fortaleza nunca fue conquistada, pero los piratas seguían asaltando los pueblos más pequeños y las casas de labranza. Para defenderse, algunas iglesias se fortificaron en terrenos elevados para que la gente pudiera refugiarse de los ataques piratas. Todavía se puede ver este tipo de diseño en las iglesias de Santa Eulalia y San Miguel. Desde el siglo XVI (hace 500 años) hasta mediados del siglo XX, Ibiza siguió siendo una sociedad agraria insular. Sin embargo, los ibicencos desarrollaron una cultura distintiva basada en su cercanía a la tierra y la naturaleza. Con la llegada del siglo XX, España se dividió entre ideologías liberales y conservadoras. En 1931 se proclamó una república democrática liberal, pero cinco años después el país se sumió en la Guerra Civil española. Los conservadores rebeldes liderados por el general Francisco Franco lucharon por hacerse con el gobierno, y en 1939 finalmente se impusieron. Franco se declaró dictador vitalicio y el país cayó en el fascismo. Ibiza formó parte de esta trágica época, ya que en la isla hubo odio y derramamiento de sangre entre los dos bandos.
Muchas culturas históricas han dejado su huella en Ibiza
En la década de los 50 las cosas se habían calmado un poco, pero Ibiza seguía siendo una isla aislada y pobre. Era prácticamente desconocida para la mayoría de la gente del mundo exterior, pero un contingente cada vez mayor de escritores, escultores, pintores, poetas y otros espíritus libres y aventureros empezaron a llegar a este recóndito refugio. Se sentían atraídos por la impresionante belleza natural y la amabilidad de sus gentes, además de lo barato que resultaba vivir aquí. Pero quizá el factor más importante que les trajo a esta isla extraña y maravillosa fue la libertad de vivir y crear en un lugar hermoso, sin las normas, los límites y las expectativas de sus países, una sensación de libertad que también atrajo a la siguiente oleada de extranjeros a la isla. Desde mediados de los 60 hasta los 70, jóvenes hippies y famosos de moda se sintieron atraídos por lo que ocurría en Ibiza. Estas energías frescas se mezclaron bien con la comunidad de artistas existente para crear una comunidad de expatriados salvaje, loca y maravillosa. Franco murió en 1975, y el rey Juan Carlos lideró la transición de España a la democracia. Los gobiernos elegidos instituyeron muchas reformas liberales y se abrieron más al mundo exterior. España entró en la OTAN en 1982 y en la Unión Europea en 1986. Estos cambios modernizaron enormemente la mayor parte del país y sentaron las bases para que Ibiza se convirtiera en un importante destino turístico. Mucha gente venía aquí en verano para participar en la escena de clubs, que ha hecho de Ibiza la capital europea de la música dance durante más de 40 años. Pero ése fue sólo un aspecto del crecimiento de la isla; en un nivel más profundo, Ibiza seguía siendo un lugar ideal para quienes buscaban la libertad de elegir quién querían ser y cómo querían vivir. La combinación de libertad, belleza atemporal y la oportunidad de comulgar con espíritus afines era irresistible. Y así vinieron, y siguen viniendo, añadiendo sus dones, talentos y presencia a la energía especial que es Ibiza.