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¿Cómo se convierte una persona en un icono? En el caso de Albert Einstein, la originalidad y brillantez de sus logros científicos fueron tan memorables que llamar a alguien “Einstein” se ha convertido en sinónimo de llamarlo genio. Sus ideas y teorías revolucionarias cambiaron la forma de imaginar el universo, y no sólo una vez, sino varias. Einstein desarrolló la teoría de la relatividad, que es uno de los pilares de la física moderna, y su fórmula de masa a energía, E = mc2, ha sido denominada “la ecuación más famosa del mundo”. No sólo recibió el Premio Nobel y otros innumerables y prestigiosos galardones, sino que también fue un pensador visionario en distintas áreas a la ciencia. Pero, ¿dónde empezó todo?
Einstein nació en Alemania en 1879 y creció en la ciudad de Munich. En la escuela destacó en matemáticas y física, alcanzando niveles asombrosos para su edad. Con sólo 12 años aprendió por sí mismo álgebra y geometría euclidiana en un solo verano, y un año después dominaba las complejidades del cálculo diferencial. Además, a esa temprana edad ya manifestaba su curiosidad intelectual en otras áreas además de las matemáticas y la ciencia. Le presentaron la “Crítica de la razón pura” de Immanuel Kant y, según su tutor: “Sólo tenía 13 años y, aunque las obras de Kant suelen ser completamente incomprensibles para el común de los mortales, a él le parecían claras”. A pesar de su evidente genialidad, el joven Albert se rebeló contra la estricta estructura de aprendizaje del sistema escolar alemán, en el que todo se memorizaba de forma aburrida. Su actitud hizo que algunos profesores le dieran malos informes, entre ellos su director de escuela de Munich, que pronunció la famosa frase: “Nunca llegará a nada”.
Einstein se doctoró en 1905 y ese mismo año publicó cuatro artículos innovadores que revolucionaron la física y le hicieron famoso. El primero era un concepto completamente nuevo que demostraba que la luz podía existir en partículas discretas llamadas fotones, lo que demostró el “efecto fotoeléctrico”, que es la base de toda la energía solar moderna. En el segundo describía la existencia de los átomos y calculaba su tamaño. El tercer artículo introdujo su famosa ecuación E = mc2, que demuestra cómo la energía puede convertirse en materia y la materia en energía. Su cuarto artículo contenía lo que se conoce como la Teoría Especial de la Relatividad de Einstein. Esta teoría reveló que las mediciones del espacio y el tiempo eran relativas al movimiento y obligó a los físicos a reevaluar muchos de sus conceptos más básicos.
Una de las cosas más singulares de Einstein era que todo surgía de experimentos mentales. La mayoría de los avances científicos proceden de la investigación en laboratorios o en la naturaleza, pero el “laboratorio” de Einstein estaba en su mente. Tenía una capacidad innata para conceptualizar problemas científicos complejos y utilizar su imaginación para encontrar nuevas soluciones, y luego se apoyaba en su brillante mente matemática para demostrar que esas teorías eran correctas. Einstein creía que la imaginación y el pensamiento creativo eran mucho más importantes que el conocimiento: “El conocimiento es limitado y cambiará con el tiempo, mientras que la imaginación no tiene límites”.
El siguiente gran descubrimiento de Einstein fue en 1915, cuando anunció su Teoría General de la Relatividad, con sus profundas implicaciones sobre la naturaleza del tiempo y el espacio. Llevaba una década trabajando en ello, basándose en un experimento mental en el que se imaginaba a sí mismo viajando en un ascensor en caída libre. Esta imagen mental fue el catalizador de una teoría que sacudió el mundo de la física, y desplazó las teorías tradicionales newtonianas que habían sido aceptadas durante siglos. La concepción del universo de Newton era bidimensional, mientras que Einstein demostró que vivimos en un universo cuatridimensional, en el que las estrellas, los planetas y los cuerpos celestes formaban un “tejido” en el que influyen dinámicamente las fuerzas de la gravedad. Sólo en los últimos años la ciencia ha adquirido las herramientas para explorar gran parte de lo que la teoría de Einstein predijo hace más de cien años: supernovas, agujeros negros y la evolución de nuestro sistema solar.
Einstein sintió que la bomba atómica era necesaria para luchar contra el fascismo nazi
En 1921, Einstein ganó el Premio Nobel de Física por sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico y sus “servicios a la física teórica”. Se había convertido en una gran celebridad y las multitudes se reunían para verle cuando viajaba por el mundo. Fue profesor en la Universidad de Berlín, pero en 1933 huyó de su Alemania natal cuando Adolf Hitler llegó al poder, y como Einstein era judío, comprobó que el antisemitismo despiadado de los nazis se extendía como un cáncer por su país. Así que renunció a su ciudadanía alemana y se trasladó a Estados Unidos, donde fue profesor en la Universidad de Princeton, y finalmente se convirtió en ciudadano estadounidense. En 1939, Einstein escribió al presidente estadounidense Roosevelt instándole a desarrollar armas atómicas antes de que los nazis pudieran hacerlo. Estaba convencido de que los físicos debían ayudar en la desesperada lucha contra el fascismo, pero más tarde se lamentó de su papel en el desarrollo de la bomba atómica.
En los años siguientes, Einstein siguió haciendo aportaciones a la física, pero también tenía otros muchos intereses, y a menudo se le pedía que diera su opinión sobre asuntos no relacionados con la ciencia. Se pronunció sobre cuestiones sociales y fue un gran defensor de la paz mundial y la justicia racial. Entabló una estrecha amistad con Paul Robeson, W.E.B. Du Bois y otros destacados líderes negros que lideraron la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Einstein también estuvo en contacto directo con Mahatma Gandhi, al que describió como “un modelo para las generaciones venideras”. A menudo se le pedía a Einstein que comentara sobre la religión, y él, que no seguía ninguna de las religiones convencionales, sí creía en un poder superior, como se resume en esta cita: “Todo el que se involucra seriamente en la búsqueda de la ciencia se convence de que algún espíritu se manifiesta en las leyes del universo; un espíritu que es enormemente superior al del hombre”.
Ha pasado más de un siglo desde que Einstein presentó su Teoría de la Relatividad, pero sigue siendo la encarnación misma del genio y el librepensamiento. El objetivo de su vida fue explorar la belleza, el poder y la majestuosidad del universo, y sus teorías sobre la gravedad, el espacio y el tiempo siguen influyendo en las nuevas generaciones de científicos. Pero quizá su mayor legado vaya más allá del ámbito de la física. Vivimos en una época en la que la ciencia y la tecnología parecen abrumar todos los aspectos de nuestras vidas. Sin embargo, este gran genio que tanto dedicó al avance de la ciencia, tenía esto que decir a las generaciones futuras: “Si queremos mejorar el mundo no podemos hacerlo sólo con conocimientos científicos, sino con ideales. Confucio, Buda, Jesús y Gandhi han hecho más por la humanidad de lo que la ciencia podrá hacer jamás”.