EDICIÓN: Febrero - Abril 2016

La ciencia de la consciencia

Por Jerry Brownstein
En 1971 Edgar Mitchell era astronauta en la misión espacial Apollo 14 y se convirtió en el sexto hombre que ponía el pie en la Luna. Fue una experiencia realmente asombrosa, pero tuvo una revelación aún mayor durante su viaje de retorno a la Tierra. Mirando por la ventana de la nave, le fascinó la visión de nuestro brillante planeta azul suspendido en la inmensidad del espacio. Empezó a sentir un saber interior profundo, la revelación de que todo en el universo estaba conectado, y que somos todos parte de una consciencia mayor. En sus propias palabras: «Supe con certeza que la vida en el universo no es un mero accidente... este saber me llegó directamente». Mitchell se había formado como ingeniero y científico, y sin embargo esta experiencia le hizo darse cuenta de que el mundo es mucho más complejo y misterioso de lo que la ciencia convencional le había llevado a creer. Vio claramente que la siguiente frontera a explorar era el territorio desconocido de la consciencia humana, y que contenía asombrosas posibilidades que apenas habíamos empezado a imaginar aún. Dos años después, abandonó el programa espacial y fundó el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS).


 
“Noético” viene de la palabra griega “nous”, que significa mente intuitiva o conocimiento interno. Hay básicamente dos maneras diferentes de las que podemos conocer el mundo a nuestro alrededor: objetiva o subjetivamente. La ciencia se centra exclusivamente en el mundo físico material, que explora tan solo a través de mediciones y experimentación objetivas. Pero existen también formas subjetivas de conocimiento que se basan en nuestras experiencias interiores y sentimientos. Son esas partes esenciales de nuestra experiencia humana, como el amor, el deseo, lo que nos gusta, lo que no, el sabor, la belleza... todo aquello que sentimos. Todas estas experiencias subjetivas existen en nuestra consciencia: son muy reales y a menudo profundas, y sin embargo no pueden ser medidas por la ciencia convencional. Por ejemplo, una madre sabe de forma absoluta que el amor que siente por su hijo es totalmente real... y sin embargo no puede explicarlo ni demostrarlo de forma objetiva científica... se trata de un saber interno... es nóetico.



Las experiencias noéticas afectan a cada parte de nuestras vidas, y sin embargo se ha hecho muy poca investigación para explorar la forma en que influencian al mundo que nos rodea. La inspiración de Edgar Mitchell fue llevar las rigurosas herramientas y técnicas del método científico al estudio de esta forma interna de conocimiento. Su visión fue, y sigue siendo, mejorar el mundo a través de una mejor comprensión de la gama completa de experiencias humanas, objetivas y también subjetivas. Durante más de cuarenta años, los científicos de IONS han estado siguiendo esta visión, expandiendo nuestro conocimiento de la naturaleza fundamental de la consciencia. Su objetivo es revelar las maneras en que nuestra consciencia interactúa con la realidad física y descubrir el potencial que ello ofrece para transformar el mundo. Dean Radin es el Investigador Principal en IONS, y ha iniciado y supervisado incontables experimentos que cubren una amplia gama de temas noéticos. Este trabajo ha llevado a notables descubrimientos en los campos de la sanación, la educación y el potencial humano. En el corazón de estos proyectos está la búsqueda de pruebas de que estamos todos conectados unos con otros y al mundo a través de la consciencia.


 
Esto es coherente con la sabiduría ancestral de místicos y sabios que llevan siglos hablando de un campo de consciencia que está más allá de las limitaciones de nuestro mundo físico material, un campo que nos conecta con todo en el universo. En años recientes, la ciencia más pionera ha encontrado por fin pruebas de la existencia de este campo... mientras que IONS está yendo ya un paso más allá. Están inmersos en un estudio a largo plazo que demuestra la asombrosa manera en que nuestros pensamientos y emociones trabajan a través de dicho campo para afectar a nuestra realidad física. IONS ha montado generadores de eventos aleatorios (REGs por sus siglas en inglés) en numerosos lugares del mundo. Se trata de sofisticados sensores que normalmente producen resultados predecibles... pero no siempre. Cuando sucedieron eventos como el 11S o el tsunami asiático, estos sensores enloquecieron. De hecho, cada evento importante que ha capturado la atención pública ha afectado con fuerza a estos REGs. La razón es que cuando tantas personas tienen su atención centrada en algo, literalmente cambia la energía del planeta entero.



¿Por qué es esto importante? Porque esta investigación en IONS, junto con estudios similares, muestran claramente que la atención humana concentrada tiene un profundo efecto transformador en la energía que es el tejido fundamental de nuestro universo. Estos descubrimientos apoyan la esencia misma de la visión de Edgar Mitchell: que nuestra consciencia colectiva tiene el poder de crear un cambio de paradigma con la fuerza necesaria para transformar nuestro mundo. Todo el trabajo en IONS se basa en esta idea: que una mayor comprensión de la consciencia humana ofrecerá las respuestas a los problemas más urgentes a los que nos enfrentamos como sociedad global: violencia, desigualdad y el despilfarro de recursos. IONS es pionero en una ola de despertar global, una corriente que se da cuenta de que es tan solo con la evolución de la consciencia que realmente podremos lograr la sociedad justa y equitativa que es nuestro destino más elevado. Esta dedicación al potencial humano está en el corazón de todo lo que representa IONS, y se ve elegantemente reflejado en su declaración de intenciones: «Colaborar en el alumbramiento de una visión del mundo que reconozca nuestra interconexión esencial y promueva el florecer de la vida en todas sus magníficas formas».