Reiki - Un toque de sanación
Por Cat Weisweiller
El Reiki es un antiguo sistema japonés de sanación natural, no invasivo, mediante imposición de manos. Fue redescubierto en Japón en los primeros años del siglo XX por un reputado académico, el Dr. Mikao Usui y llevado a Occidente en 1937 por Hayawo Takata. Durante un viaje a Japón, Hayawo rechazó intuitivamente operarse y revisó su salud en una cercana clínica de Reiki. Fue su rápida y total recuperación lo que le incitó a estudiar profundamente el sistema durante muchos años, antes de pasar su sabiduría a otros.
El Reiki se sirve de la disposición de la persona para ser curada, potenciando así la capacidad de autocuración de cualquier persona. Es así como una confianza básica entre el practicante de este sistema y el cliente puede provocar resultados milagrosos. El Reiki (también conocido por “amor y luz”) significa “fuerza de la vida universal”, una energía que existe alrededor nuestro que nutre todos los organismos vivientes. En Reiki, se accede a esta energía vitalizadora desde la fuente, en su forma más pura y más potente y se canaliza al cliente.

En los últimos años, el Reiki ha emergido de las tinieblas para ser muy bien acogido en nuestra sociedad. Cada vez es más ampliamente utilizado por la simplicidad de su aplicación y su efectividad sin esfuerzo. De hecho, muchos hospitales, residencias y otras instituciones médicas no solamente ofrecen ahora esta poderosa energía sanadora en sus servicios médicos, sino que también animan al personal de enfermería a entrenarse en el sistema por su cuenta, dando lugar a un personal sanitario y a unos pacientes más satisfechos. Además, ensayos controlados aleatorios de carácter oficial publicados, provistos hasta el momento por las terapias alternativas, han demostrado categóricamente que el Reiki es valioso para aliviar el dolor y la ansiedad.
En su forma holística verdadera, el sistema trata conjuntamente los planos emocional, físico, mental y espiritual, muy acorde con el principio de que todas las variantes están intrínsecamente ligadas y de que la raíz del “mal” “estar” reside mucho más allá de los síntomas físicos que se presenten. Aparte de usarse con fines curativos, muchos utilizan el Reiki de manera preventiva. Como si de el mantenimiento de tu coche se tratara, un reequilibrio regular de los chakras y una limpieza de los meridianos puede hacer maravillas para que tu sistema inmune y tu espíritu se mantengan activos. Aquellos activados con el Reiki comentan habitualmente que tienen un sentimiento de tranquilidad, protección y de una visión más clara y positiva del mundo a su alrededor, disfrutando de un enfoque más elevado de la vida. Es aquí donde el Reiki es inmensamente útil para aquellos con tendencia a la depresión o con una falta de dirección, objetivo o perspectiva. Adicionalmente, su probada habilidad para aliviar el dolor y la ansiedad resulta clave en el tratamiento de enfermedades graves y crónicas y en cualquier tipo de dolor articular, en la espalda o muscular. La relajación que produce una sesión elimina en sí mismo mucho del dolor físico o mental que traiga un cliente y es frecuente que haga lo mismo con el insomnio y otros estados relacionados con la ansiedad. Junto con sus profundas cualidades energéticas, el Reiki también ofrece a las personas sensibles una alternativa al tacto más invasivo del masaje.
El Reiki es un sistema protegido y autoregulado, yendo instintivamente donde quiera que se necesite. El practicante simplemente actúa como un conducto entre el cliente y dicho sistema. Existen tres niveles (grados) para formarse en Reiki. El nivel 1 está diseñado para dotar al alumno con las herramientas para tratarse a sí mismo, a los amigos y a la familia. El nivel 2 es para aquellos que puedan querer practicar el Reiki profesionalmente. El nivel 3 es el nivel de Maestría, indicado para aquellos que buscan aumentar su comprensión del sistema y enseñar a otros.
Por regla general, un nivel más alto alcanzado por el practicante se refleja en una experiencia más profunda para el receptor. Sin embargo, siempre hay excepciones a esta regla y ten la garantía de que el Reiki no puede hacerte daño, independientemente de las manos en que esté. Así que, si te decides por un tratamiento de Reiki, asegurarse de que el terapeuta tiene al menos el nivel 2 es importante aunque el resto es simplemente cuestión de seguir a tu corazón y a tu alma dónde quiera que de manera natural te lleven.

Una sesión durará entre 30 y 90 minutos, dependiendo del practicante y de las necesidades individuales del cliente. Permanecerás totalmente vestido y serás tratado bien sentado o tumbado. De manera muy común, la energía del Reiki será canalizada hacia el cliente con una serie de imposiciones de manos por todo el cuerpo, pudiendo tocar el mismo o no. La experiencia de cada uno es única pero no es infrecuente ver un espectro de colores o experimentar calor o un cosquilleo en la zona dónde trabaja el practicante. Lo que nunca se pone en cuestión es el profundo sentido de calma y relajación que sentirás a lo largo de la sesión y mas allá de la misma… •