¿Cómo encontrar entonces esta quietud tan gozosa pero escurridiza? Como todo, implica práctica: en este caso, la práctica de la meditación. Aprendiendo a meditar, te familiarizas con la sensación de estar en quietud. Una vez que ya sabes cómo es esa sensación, puedes encontrar ese mismo espacio de paz cuando lo necesites.
La meditación puede ser sencilla y fácil. Simplemente dedícale un ratito al día, aunque sean unos pocos minutos, a estar completamente quieto. Es mejor hacerlo a primera hora de la mañana, antes de encender el teléfono y de que tu mente se llene de pensamientos. Hay muchas prácticas de meditación diferentes, pero te sugiero empezar con la más sencilla, que consiste en centrarte en tu respiración. Observa la inspiración, y observa la expiración. Cuando emerjan pensamientos (que lo harán), suavemente vuelve tu atención de nuevo a la respiración.

Cada situación en la vida te ofrece la oportunidad de elegir: puedes ser parte del caos en el mundo o puedes dar un paso atrás... mantenerte en calma... y entrar en la quietud. Cultivar la sensación de quietud a través de la meditación hace que sea posible que encuentres ese espacio interior de paz. Te permite estar quieto en tu cuerpo y en tu mente para que puedas traer la calma y la claridad al mundo que te rodea.
“Dentro de ti, hay una quietud y un santuario al que puedes retirarte en cualquier momento y ser tú mismo.”
(Hermann Hesse, Siddhartha)